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lunes, 12 de abril de 2010

Rumbo al cielo


   Quiero volar. Seguramente si fuese una niña os parecería lo más normal del mundo, pero no lo soy
   Quiero pensar que puedo volar. Así hablaría si estuviera pasando por esa fase pre-adolescente que no te deja saber con claridad qué eres exactamente y en la que comienzas a dejar de creer en lo increible: no es el caso.
   No puedo volar. Es lo que piensas cuando, siendo un adolescente empiezas a ser realista.

   Ahora sé que quiero volar y quiero pensar que puedo volar pero sé que no puedo hacerlo.
   Soy una soñadora y eso tiene sus cosas buenas. Pero serlo implica darme de bruces con la realidad cuando no sé cómo alcanzar lo que tanto anhelo. Se supone que encontrar el equilibrio forma parte del aprendizaje pero, ¿existe el equilibrio?; y si es así ¿dónde está?. No voy a esperar a que llame a mi puerta porque no lo va a hacer; por contrario dicen que no hay que buscar las cosas que a la vida le pides porque puede que en algún momento te lleguen.
   ¿Se supone que tengo que dejar de soñar porque mis sueños no se cumplen?

   Por si acaso, aunque sepa que no puedo volar sigo queriendo hacerlo, así que prefiero pensar que puedo.

2 comentarios:

  1. Siempre hay alguna manera de conseguir las cosas, creo yo, por muy difíciles que parezcan, siempre se encuentra una manera. Tal vez tarde, tal vez no en un breve período de tiempo, pero yo creo que no es imposible que vueles. Quizás antes tengas que ser como la hormiguita que va guardando lo que sea que necesites para conseguirlo, pero cuando lo tengas todo reunido, te saldrán alas.

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  2. Sabes que sí puedes volar, pero para ello has de no tener miedo a hacerlo.

    Y.. ¿dejar de soñar? eso NUNCA!

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