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jueves, 16 de septiembre de 2010

Sobre la tristeza


- Primera Sinfonía de Mahler, tercer movimiento.
Eso estaba sonando por la radio aquel dia. Se sucedían en su mente los capítulos más tormentosos de su vida, pero alguien le había dado a Rebeca la tercera lección sobre la tristeza unas semanas atrás.
- La primera lección la recibió de la vida
- La segunda se la dió Gustav Mahler
- Y la tercera... la aprendió de una sencilla composición surgida de una forma de ver el mundo diferente, de una mirada quizás algo desorientada pero sincera, de una humanidad extraordinaria...

   Esta es la lección que Rebeca había (sin saberlo hasta entonces) aprendido unos días antes:
Inevitablemente, con una obra cuyo nombre es "Sobre la tristeza" no pudo evitar pensar primeramente en la más absoluta de las desdichas; pero había algo más allá del significado del título en aquella música. Había sinceridad, vida, recuerdos e incluso una alegría implícita. ¡Sí! ¡Alegría! (Más tarde entenderán por qué)

   La sensación al escuchar Mahler siempre era melancólica, pero cada vez con unos sentimientos diferentes a la anterior. Pero aquella tarde no era una sensación de quebranto lo que notaba, porque la tercera lección había sido la más agradable de todas:
Rebeca se dio cuenta de que siempre es mejor hablar sobre la tristeza cuando se está bien y en ese momento, escuchando a Mahler, pensó que si alguien que aparentaba ser la alegría personificada le enseñó "Sobre la tristeza" era porque no pueden existir la una sin la otra.

   La tristeza y la alegría van de la mano. Si no hubiese momentos malos no apreciaríamos los buenos momentos y esa es una de las cosas que Rebeca había aprendido de alguien que no era consciente de haberle enseñado nada.

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