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miércoles, 6 de octubre de 2010

Una lágrima por cada pensamiento alegre


Un día Susana se levantó de la cama con el pie izquierdo...
El sol brillaba pero una nube de malas vibraciones se aproximó a ella cual feroz león sediento de sangre humana. Y cuando pensaba que el día no podía ir peor... le cayó como un jarro de agua fría un tormentón de inconvenientes que escapaban a su control.

Al llegar a casa, Susana intentó esconderse del mundo como intentando que el día no empeorase: y no lo hizo. De repente entró por su ventana revoloteando jovial un hada diminuta, de sonrisa encantadora y una luz y un candor especial. Se hacía llamar Campanilla y tanto la escuchó que terminó por considerarla una amiga.

Pasado el tiempo y al hablar de la amistad el hada le dijo "No se puede explicar... la amistad es algo que atraviesa el alma..." Lo que Susana no terminaba de explicarse es cómo podía Campanilla saber cuándo entrar por la ventana para darle la chispita de alegría que necesitaba...


La amistad es cierto que no se puede explicar, pero se puede sentir y si Susana tuviese que derramar una lágrima por cada pensamiento alegre que su amiguita le había evocado año tras año, no habría consuelo para calmar su llanto.



Un día Susana se levantó de la cama con el pie izquierdo...

... pero alguien le ayudó a cicatrizar las heridas que a primera hora de la mañana le abrieron a zarpazos.

Gracias por todo, Campanilla



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