Probó toda clase de hechizos como "bim sala bim, que la nieve caiga aquí" o "con agua y viento helado se queda blanco el tejado"; pero nada parecía funcionar.
El hada Thaïs vagaba triste, de flor en flor... sin saber qué más hacer para conseguir que nevase y así poder cubrir de un bellísimo manto blanco todo el paisaje que sus diminutos ojos podían avistar. Cuando un día, de repente le vino la solución.
Parecía un alma en pena y se hacía llamar Invierno. Invierno nunca tenía vacaciones, ya que aunque durante la primavera y el otoño no trabajaba en ninguno de los hemisferios en los polos siempre tenía faena. Pero hizo un alto en su camino para ayudar a Thaïs: le dio el poder de hacer nevar siempre que ella quisiera bajo la promesa de que no entorpeciera su trabajo: la nieve podía llegar a ser muy peligrosa.

Éste montó en cólera y hecho una furia fue a hablar con Thaïs.
" ¿Pero qué has hecho? ¿No ves que has destrozado tu propio reino? ¡Eres una inconsciente, te advertí que sería peligroso!" De la misma rabia Invierno se puso a llorar... "¿Cómo se lo voy a explicar yo ahora a mi amada Primavera? Todas sus bellas flores han muerto..." pero Thaís fue a buscar en un pequeño invernadero que ella misma había creado la única flor que quedaba viva en todo el reino.
"Tenga, señor Invierno, para que se la dé a Primavera" - dijo Thaïs - "Siento haberle causado est...."
"Nooooooooooooooo" - gritó Invierno - "Ella tenía buen corazón, no lo merecía"
Una lágrima de Invierno alcanzó a Thaïs y quedó atrapada, para siempre.... en una bola de nieve....
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