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martes, 1 de mayo de 2012

El baile de máscaras

En la Venecia de los carnavales no es fácil distinguir a los amigos de los enemigos... allí todos llevan máscaras cubriendo sus rostros para que nadie sepa quién hace qué clase de travesuras. Todo el mundo oculta su cara para lucir a cambio máscaras que dan rienda suelta a la fantasía. La realidad deja paso esos días a la ilusión sugerida por la imaginación y el engaño de los sentidos... ¿Quién es quién?

Bianca había recibido una invitación para el baile de máscaras más suntuoso de toda Venecia: el baile que organizaba el Signore Gobbo.
Andrea Gobbo era un intocable de la ciudad. Todo el mundo revoloteaba por interés a su alrededor y nadie se atrevía a enfrentarse al mayor sinvergüenza que jamás había cruzado los canales porque era poseedor de una inmensa fortuna. 
Bianca sólo sabía que era un baile precioso al que probablemente nunca más tendría la oportunidad de asistir, ya que había un número limitado de invitaciones cada año que el propio Gobbo escribía de su puño y letra. No podía desperdiciar esa invitación así que se vistió con sus mejores galas y escogió una máscara sencilla y elegante, fiel a su personalidad. 
Salió de casa y se dirigió al canal en el que la recogería el gondolero para llevarla a la fiesta.
Al llegar se veía todo tan romántico... antorchas, flores en el camino hacia la puerta de la mansión, lacayos con librea a medida y un jardín francés perfectamente cuidado como marco de la escena. Idílico. Cada vez estaba más asombrada del cuidado de los detalles. Dentro era aún mejor: la decoración, la fruta fresca, los pasteles, el vino... todo invitaba al deleite de los sentidos. 

De repente sonó esa música... una bailable música que empezó a transformar a parte de los invitados en seres lascivos y repelentes. Borrachos como cubas empezaron a comportarse como sodomitas. Bianca se sintió fuera de lugar... esa gente tenía un comportamiento extraño. Y ¿quiénes eran? Todo le daba vueltas con un único sorbo de espumoso en el estómago... Parecía imposible.
Empezaba a ser dantesco pensar que esas máscaras tenían personas debajo. ¡Se comportaban como monigotes circenses! Lo peor de todo es que cualquiera podía ser uno de esos seres repugnantes; desde el carnicero del barrio hasta su hermana Carola.
El Signore Gobbo lo observaba todo desde lo alto de la escalera con su máscara roja y negra. Disfrutaba viendo cómo algunos de los "seleccionados" de este año estaban atemorizados ante la situación que conseguían generar sus marionetas. Entre ellos estaba Bianca, que salió corriendo espantada.

Los lacayos no eran tan bonitos a la salida y la música, esa que tanto invitaba a bailar se había convertido en una melodía diabólica que no dejaba de sonar en la mente de Bianca una y otra vez... dando vueltas...

4 comentarios:

  1. Creo que ciertamente la realidad supera a la ficción.
    La vida es un baile de máscaras y no sabes con quién bailas en cada momento; aunque peor que eso es saber con quién bailas y que esa persona tenga una máscara detrás.

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    1. Por eso es bueno saber cuándo ha llegado el momento de abandonar el baile.
      ¡¡Gracias por tu visita y por el comentario!! Puedes volver siempre que quieras a mi café :)

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  2. Lo secundo. Las máscaras son muy útiles pero hay que saber mirar lo que se esconde detrás ("...en piensas para hacer esto... En pasos..." recuerdas?) Estrategias...esto es un juego de ajedrez, y si confundes al lobo con un cordero...mal. Usa tus recursos en buenos movimientos...(pasos pasos pasos...)

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  3. "Nadie hace el mal a sabiendas" (Sócrates) Supuestamente, quien alcanza a conocer el bien hará el bien para los demás...
    La buena fe en los demás te hace cometer errores y de los errores se aprende, aunque no siempre se aprenda como a uno le hubiese gustado.
    Ojalá llegue a conocer a muchas personas que sepan hacer el bien. Mientras tanto no queda otra que andar con estrategias de pasos para que no te hagan daño.... qué triste!!

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