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lunes, 28 de mayo de 2012

En el espejo

Para todas esas personas a las que
se les han escapado alguna vez las cosas de las manos

Sobre el espejo había multitud de post-it. Cada uno tenía anotado un concepto diferente, todo eran cosas importantes que siempre debía tener presente Fátima. Ella creía que era un buen sitio para tener todas esas notas porque pasaba horas delante del espejo: era una herramienta de trabajo y las notitas en él eran una forma de motivación y superación. Cada vez habían más post-it con órdenes impuestas por ella misma, objetivos a cumplir y metas que cada vez eran más lejanas y difíciles de conseguir. Poco a poco fue gustándole menos lo que veía en el espejo y ya no tenía más espacio para poner sus notas, pero aún así seguía dándose órdenes en demasía.
Empezaron las obsesiones... intentaba controlar todo lo que se veía capaz de tener a raya, empezando por su alimentación, siguiendo por la limpieza y así hasta convertirse en una maniática con un control excesivo en todo aquello que sí podía dirigir. No le hacía sentirse mejor pero tenía un blanco fácil de conseguir y era capaz de cumplir unos objetivos propuestos. El problema es que nunca tenía suficiente... cuando quiso darse cuenta de que se le estaba yendo de las manos miró hacia atrás intentando dar con el punto exacto en el tiempo en que todo aquello empezó a ser enfermizo pero no lo encontraba. Se sentía realmente mal porque sabía que no era lo mejor para ella pero había llegado demasiado lejos y ya no sabía volver atrás. Se sentía tan poderosa controlándose a sí misma que el espejo ya no era una herramienta, era una droga. Lo bueno de las drogas es que te hacen sentir bien un rato, pero lo malo es que cuando vuelves a la realidad el golpe es mucho más duro y eso le sucedía con el espejo. Le encantaba analizarse delante de él y buscarse fallos, pero pasado un rato tenía tantos que sus complejos eran mayores que antes y se odiaba más a sí misma. Aún así necesitaba encontrarse esos fallos para tener objetivos que cumplir y poder así superarse a sí misma.
Y era la pescadilla que se mordía la cola, hasta que un día no pudo más y acabó con todo de un golpe: rompió el espejo en un arrebato de rabia. Eso no le hizo estar mejor, de hecho se sintió peor que nunca... 

Ella misma era su peor enemigo y no sólo no sabía cómo reconciliarse con aquella imagen que recordaba de sí misma sino que tampoco tenía ya su herramienta de superación.

1 comentario:

  1. "Aunque viajemos por todo el mundo para encontrar la belleza, debemos llevarla con nosotros para poder hallarla" (Ralph Waldo Emerson)

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