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lunes, 21 de mayo de 2012

Lágrimas

Esta mañana, al levantarme de la cama me he encontrado una carta en la mesilla de noche...

Era del Señor, hacia 1650.
Creo que fue entonces cuando nací; y digo "creo" porque ni sé de años ni sé contar. Mis ciclos vitales se medían por estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Cada primavera me llenaba de vitalidad, en verano daba una vasta y refrescante sombra, perdía mis hojas en otoño y en invierno dormía. En ese tiempo, muy poco a poco, de una pequeña planta habían crecido mis brazos, muchísimos brazos.
Iban pasando las generaciones, los niños corrían y jugaban a mi alrededor, los enamorados se besaban y rallaban sus nombres en mi corteza. Pero no todo eran cosas buenas, porque vi innumerables traiciones, robos, saqueos y asesinatos. Junto a mis amigos más cercanos, los pájaros, pasé ciclos enteros poniéndome cada vez más y más gordo.
Un día, de repente, una fuerte sacudida me despertó de mi letargo secular. Habían pasado casi doscientos años desde que empecé a tener uso de razón y por entonces tenía ya un enorme y fuerte tronco. Notaba algo, golpe tras golpe, hachazo tras hachazo y no sé si estaba llorando o era mi savia que corría despavorida: me estaban apartando de mi vida. No recuerdo muy bien aquello, estaba exhausto.

Pasó mucho tiempo hasta que volví a sentir, pero era todo muy diferente. Notaba que me tocaban, pero no sentía ninguna vitalidad. Estaban acariciando mi madera de una manera muy extraña... parecía que me estuviesen dando forma. Algo sucedió:  "¿Qué es esto? ¿Unas cuerdas? No entiendo nada, ¡alguien debería explicarme qué significa todo esto!"- me decía a mi mismo. "¿Y por qué de repente me pasan esta fusta por encima? Pero, ¿se puede saber qué me estáis haciendo?" Como por arte de magia en ese momento comencé a sentir una vibración impresionante y por mi boca salió un sonido celestial. Tenía voz y podía imitar a mis amigos los pájaros (a los que tanto echaba de menos), podía enamorar, hacer reír, asustar, hacer llorar...
Y mi historia volvió a donde había empezado: volvieron a pasar  por delante de mi una y otra generación. Protagonicé muchas satisfacciones, éxitos y aplausos; pero también intrigas, envidias y lágrimas, muchas lágrimas que, según la ocasión eran de alegría o se convertían en llantos de desesperación.

Y sí, tengo vida. Lo noto todo, lo sé todo. Sonrío cuando ríes y lloro contigo si tú lloras. Eso lo percibe mi madera. Lo siente como cuando me separaron de mis raíces y aquello, que no sé muy bien si eran lágrimas o era mi propia savia, recorría todo mi leño.


Tengo miedo de que la historia continúe por ese punto en el que dejo de sentir. No quiero volver a caer en un profundo sueño.

Fdo: Tu Violín

4 comentarios:

  1. Guau... que intensidad. Es muy bonito, enhorabuena :)

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    1. Sólo he cogido una buena carta y le he aportado las ganas de hacerla realidad... Creo que el resultado se ha quedado digno de un tener un hueco por aquí. Será el café de las mujeres Ribera :)

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  2. Preciosa carta y aún más la última frase ;) Un abrazo fuerte bonica!

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