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domingo, 6 de mayo de 2012

Los juguetes viejos

Para las personas que me  han enseñado a ver el mundo con otros ojos. 
Gracias.


En una juguetería del barrio viejo del pueblo, donde había estantes con más años que el suelo de la iglesia; había como tendero un señor muy muy viejo con un delantal, una caja registradora negra y más juguetes de los que nunca seréis capaces de imaginar. Ese señor se llamaba Benjamín Carmona y era un hombre tan amable que la gente del pueblo pasaba a saludarlo y aprovechaban para dar un paseo por la tienda y recordar viejos tiempos con él. Benjamín presumía de saber qué juguete iba bien con cada cliente que entraba por la puerta y no solía fallar.
Aquello era como un museo de juguetes: estaban perfectamente ordenados, colocados y limpios. Las generaciones pasaban y los niños crecían pero por la juguetería parecía no pasar el tiempo. 
En el escaparate y al principio de la tienda estaban las últimas novedades y conforme ibas pasando al fondo te iba transportando atrás en el tiempo. Mi parte favorita era esa, la del fondo. El señor Carmona solía decirme que esos juguetes, los que ya nadie quería eran los que más vida tenían y ¿sabéis qué? en el fondo yo estaba de acuerdo con él, pero siempre acababa llevándome una muñeca último modelo con todos sus accesorios.

Una tarde, yendo yo con mis padres pasamos a saludar a Benjamín. Les dejé junto a la caja registradora con él y me fui corriendo al fondo. Allí estaban los juguetes que en su día fueron el "no va más", pero ya no eran los juguetes que anunciaban en la radio y habían caído en el olvido muchos años atrás; porque según dicen, cuando los niños crecen dejan de jugar. Me fijé en una muñeca de porcelana, un trenecito y la caja de música del último estante. Llamé a Benjamín para que me los bajase, vino en seguida con la escalera y... voilà.
- "¡Son preciosos, Benjamín!", exclamé.
- "Pues aún no lo has visto todo", me contestó.
Acto seguido llevó los juguetes al mostrador para enseñármelos mejor.
La muñeca llevaba un bastón porque estaba cojita, por eso nadie se la había querido llevar; el trenecito era uno de esos viejos trenes a vapor que ya no existían y los niños ya sólo querían tener el más veloz de los "scalextric"; y la caja de música era preciosa. Un poco anticuada, eso sí y quizás por eso aún seguía en la tienda. Entonces Benjamín le dio cuerda a la cajita y se puso a sonar una bella musiquilla al ritmo de la cual las figuritas comenzaron a bailar. El señor Carmona entonces me dijo:
- "¿Ves? los juguetes viejos son los que más vida tienen" y esbozó una sonrisa.
- "No es cierto", le contesté. "La muñeca y el trenecito no hacen nada".
- "¿Cómo que no?" Intervino mi madre.
- "¡Eso, eso! ¡Benjamín pon la radio!" dijo entusiasmado mi padre como si ya supiera lo que iba a suceder.
Benjamín se fue directo a poner la radio y la música empezó a sonar. De repente todos se pusieron a bailar de una forma un poco tonta, haciendo bobadas con los juguetes al ritmo de la música y al ver mi cara de incredulidad, mi padre se abalanzó sobre mi a hacerme cosquillas. En ese momento me cogió y me puso a bailar con mis pies encima de los suyos y luego me cogió en brazos para poder bailar también con mamá.
Y pensaréis... ¡Pobre Benjamín, lo dejasteis solo! Pues no: estaba bailando con la muñeca cojita tarareando la música felizmente: la lara la la... la la... la la...

9 comentarios:

  1. Los juguetes, por viejos que sean nunca dejan de ser juguetes del mismo modo que los niños, por mucho que crezcan en el fondo nunca dejan de ser niños :)

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  2. Preciosa entrada... Me ha encantado... :)

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  3. A menudo nos dejamos encandilar por lo nuevo, lo bonito y lo perfecto no dándonos cuenta de que todo es efímero.
    Lo que despreciamos por feo, por diferente o por roto con el paso del tiempo es lo que deja huella.
    Por cierto... el Danubio es de ensueño.

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    1. Totalmente de acuerdo. Gracias por comentar y vuelve siempre que quieras a mi café :)

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  4. Me gusta todo mucho, pero la fotografía ¡es preciosa!
    El blanco y negro de lo antiguo representa el sentido del cuento y a su vez el reflejo del color en el espejo le da el toque ese de que por mucho que pase el tiempo la realidad sigue siendo la misma. Una conjunción perfecta con la historia.

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  5. Un asunto importante es que los juguetes, además de horas de juego, proporcionan ilusión. Algo que no se debería perder, pues en el momento que la pierdas, perderás también el sentido de las cosas ;)
    (por cierto, gracias. Por la foto y por el texto)

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    1. De todas las palabras de la lengua española yo creo que esa es la que más me gusta sin duda alguna: ilusión. Pero es cierto que si la pierdes te pierdes tú con ella y es muy muy muy difícil recuperarla.
      (gracias a ti por facilitarme el material gráfico, jeje)

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