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domingo, 1 de julio de 2012

El sueño de Akari


En una zona recóndita de Japón existe un cuento de los que pasan de padres a hijos y que, todavía hoy se le cuenta a los niños para que no tengan miedo a la oscuridad las noches sin luna...


Había una vez una joven muy muy pobre llamada Akari. No procedía de buena familia, tan solo era una chica huérfana de madre e hija de un comerciante de bambú, pero Akari brillaba con luz propia y de ella decían que desprendía un aura de un blanco cegador. Los que la conocían contaban que era una diosa encarnada; y que, bien pareciendo una joven más, su belleza crecía cuanto más la conocías llegando a ser comparada con el primer rayo de sol tras la noche. Grácil al caminar, parecía flotar entre la multitud...

Una noche, coincidiendo con su dieciocho cumpleaños Akari se postró frente a la tumba de su madre, Midori; encendió incienso y se puso a orar. Era muy pequeña cuando su madre murió y ya pocos recuerdos conservaba. Midori cuando vivía teñía seda para los kimonos y le prometió a Akari que, cuando se hiciera mayor conseguiría ahorrar para hacerle un kimono que ella misma teñiría y sería así la más bella mujer de todo el Imperio de Oriente. Akari lo recordaba con nostalgia. A penas tenía unos siete años cuando su madre le hizo esa promesa y poco después falleció.
Cuando terminó sus oraciones se erigió y se fue a casa. Al llegar dejó sus sandalias junto a la puerta y se fue a dormir.

Aquella noche tuvo un sueño: su madre corría la puerta de su habitación al entrar, dejándole un regalo en el suelo; hecho esto se acercó y le dio un beso en la frente. Fue ese instante en el que Akari despertó y vio la magia. Habían en ese momento en su habitación decenas de arañas de jade tejiendo seda en rojo y oro. El kimono de sus sueños estaba tomando forma y cuando estuvo terminado las arañas ayudaron a la joven a vestirse. En ese momento se deshicieron convirtiéndose en polvo y formando una alfombra bajo sus pies, marcándole el camino a recorrer.
Los pasos la fueron llevando como flotando, arrastrada por el viento que ondeaba su nuevo kimono y sus largos cabellos negros hasta el lago de los cerezos, donde se celebraba el Hanami.

Esa fue la última vez que se supo de Akari. La gente cuenta que las noches sin luna el lago se ilumina y algunos se atreven a decir que las arañas de jade siguen tejiendo seda para que su espíritu camine sobre las aguas de nuevo, flotando con gracilidad como una diosa caída del cielo.

3 comentarios:

  1. Os dejo algo de información extra para que le encontréis más sentido al texto:
    -Akari significa "luz"
    -Midori significa "verde"
    -El jade, para quien no lo sepa es una piedra preciosa de color verde.
    -El Hanami es una tradición japonesa que consiste en observar la belleza del cerezo en flor

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  2. Respuestas
    1. Te podría conseguir una cita con ella, si es lo que quieres ;)

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